
0:000:00
<p>La palabra 'extinción' no describe lo que les pasó a nuestros primos. No hubo un genocidio, ni tampoco una aniquilación masiva. Lo que sí hubo fue amor. O, por lo menos, mucho sexo, un mestizaje constante y prolongado que, como una gota de tinta en un vaso de agua, acabó por diluir la identidad genética neandertal en nuestro propio genoma, hasta hacerla prácticamente indistinguible.</p> <p>Imaginemos el siguiente escenario. Por un lado, tenemos al neandertal, una población pequeña, dispersa y con movimientos migratorios limitados. Por el otro, tenemos a Homo sapiens saliendo de África, con una población muchísimo más numerosa, un reservorio genético inagotable. Así, y a medida que que oleadas constantes de Homo sapiens iban llegando a las 'islas' de territorio neandertal, tanto el contacto como el cruce se producían inevitablemente. La descendencia de esas uniones se integ...